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¡Vivir! CAPÍTULO I (7)
Al irse el señor Shen, Long Er se convirtió en el gran maestro fullero del lugar. Era diferente del señor Shen. El señor Shen sólo ganaba, nunca perdía. En cambio, Long Er solía perder cuando las apuestas eran bajas, pero no perdía una sola partida si las apuestas eran altas. Yo jugué muchas veces, allí en La Casa Verde, con Long Er y sus hombres.
Unas veces gané y otras perdí, de modo que yo no tenía la impresión de haber perdido tanto. En realidad, cuando ganaba yo, siempre era poco dinero. Y cuando perdía era mucho.
Vivía engañado, creyendo que estaba a punto de honrar a mis antepasados.
La última vez que jugué, se presentó Jiazhen. Estaba cayendo la tarde; me lo dijo Jiazhen mucho después, porque yo en ese momento no tenía ni idea de si era de día o de noche. Jiazhen, con su barrigota, había encontrado La Casa Verde. Mi hijo Youqing, en su vientre, tendría siete u ocho meses. Cuando me encontró, se arrodilló ante mí sin decir ni mu. Al principio, ni me di cuenta. Ese día estaba teniendo mucha suerte. De diez tiradas, ocho o nueve salía el número que yo quería. Long Er, sentado delante de mí, al ver el número se echó a reír.
—Hermano, he vuelto a perder.
Desde que Long Er había ganado al señor Shen, ya nadie en La Casa Verde se atrevía a jugar con él a las cartas. Yo tampoco. Él y yo sólo jugábamos a los dados. Lo malo es que a Long Er también se le daban muy bien los dados. Ganaba mucho más que perdía. Pero ese día lo tenía yo en mis manos, él no había parado de perder. Long Er tenía un cigarrillo entre los labios y entornaba los ojos haciendo como si tal cosa. Incluso se reía cada vez que perdía. Pero luego, cuando empujaba hacia mí el dinero, con esos brazos esmirriados que tenía, lo hacía de muy mala gana. Yo pensaba: «Long Er, alguna vez tenías que sufrir.» Todo el mundo es igual, cuando alargan la mano para vaciar los bolsillos a los demás, todo es alegría y sonrisas. Pero cuando les toca a ellos soltar los cuartos, no falla: cara de entierro.
Estaba yo de lo más contento, cuando alguien me tiró suavemente de la ropa. Bajé la mirada, y era mi mujer. Al verla allí de rodillas, me puse hecho un basilisco, pensando que mi hijo se había arrodillado sin haber nacido siquiera. Me pareció de muy mal agüero.
—¡Levántate, levántate! ¡Levántate de una puta vez! —le dije.
Jiazhen me obedeció, ya ves, y se puso inmediatamente de pie.
—¿A qué has venido? —le dije—. ¡Vuelve a casa ahora mismo!
Luego dejé de hacerle caso para observar a Long Er, que agitaba los dados con las dos manos pegadas, como si estuviera venerando a Buda. Apenas los lanzó, se quedó desencajado.
—Si es que tocar el culo a las mujeres trae mala suerte —dijo.
—Pues vaya a lavarse las manos, Long Er —le dije al ver que yo había vuelto a ganar.
—Lávese usted la boca antes de hablar —respondió riendo.
Jiazhen volvió a tirarme de la ropa. La miré, y se había arrodillado de nuevo.
—Vuelve conmigo a casa —dijo con un hilo de voz.
¿Volver yo con la mujer a casa? ¿Acaso Jiazhen no me estaba dejando en ridículo a propósito? Me subió el cabreo de repente. Miré a Long Er y sus hombres, ellos me miraban a mí riéndose.
—¡Lárgate ahora mismo! —grité a Jiazhen.
—Vuelve conmigo a casa —insistió ella.
Le di dos bofetadas. La cabeza de Jiazhen se bamboleó como un tentetieso. A pesar de los golpes, ahí siguió ella, arrodillada.
—Si no vuelves conmigo a casa, no me levanto.
Cuando lo pienso ahora, se me encoge el corazón. Yo de joven era un cabronazo hijo de puta. Una mujer tan buena, y yo le pegué y le di patadas. Pero aun así, ella siguió arrodillada. Le pegué tanto que hasta yo mismo me aburrí. Se le había soltado el pelo y se había tapado la cara anegada en llanto. Entonces cogí un puñado del dinero que había ganado, se lo di a dos de los hombres que estaban mirando a cambio de que la arrastraran hasta fuera.
—Cuanto más lejos, mejor —les dije.
Cuando se la llevaron a rastras, Jiazhen iba protegiéndose con las manos el vientre abultado. Allí dentro iba mi hijo. La echaron a la calle sin que lanzara un grito ni un chillido.
Cuando la dejaron allí tirada, ella se puso en pie apoyándose en la pared. Para entonces ya había oscurecido por completo, y ella emprendió sola el camino de vuelta, poco a poco.
Tiempo después le pregunté si en ese momento había llegado a odiarme a muerte.
—No —respondió moviendo la cabeza.
Mi mujer se fue, enjugándose las lágrimas, hasta la entrada a la tienda de cereales de su familia, y allí se quedó un buen rato. Veía la silueta de la cabeza de su padre proyectada en la pared por la luz de la lámpara de aceite. Sabía que el hombre estaba comprobando las cuentas. Se quedó allí un momento, sollozando, y se fue.
Esa noche, Jiazhen anduvo más de diez li[8] en las tinieblas hasta casa. Ella sola, una mujer, y además embarazada de siete meses de Youqing, por un camino plagado de perros ladrando, de baches y charcos, después del aguacero que había caído.
沈先生一走,龙二成了这里的赌博师傅。龙二和沈先生不一样,沈先生是只赢不输,龙二是赌注小常输,赌注大就没见他输过了。我在青楼常和龙二他们赌,有输*杏晕易*觉得自己没怎么输,其实我赢的都是小钱,输掉的倒是大钱,我还蒙在鼓里,以为自己马上就要光耀祖宗了。
我最后一次赌博时,家珍来了,那时候天都快黑了,这是家珍后来告诉我的,我当初根本不知道天是亮着还是要黑了。家珍挺了个大肚子找到青楼来了,我儿子有庆在他娘肚子里长到七、八月个月了。家珍找到了我,一声不吭地跪在我面前,起先我没看到她,那天我手气特别好,掷出的骰子十有八九是我要的点数,坐在对面的龙二一看点数嘿嘿一笑说:
“兄弟我又栽了。”
龙二摸牌把沈先生赢了之后,青楼里没人敢和他摸牌了,我也不敢,我和龙二赌都是用骰子,就是骰子龙二玩的也很地道,他常赢少输,可那天他栽到我手里了,接连地输给我。
他嘴里叼着烟卷,眼睛眯缝着像是什么事都没有,每次输了都还嘿嘿一笑,两条瘦胳膊把钱推过来时却是一百个不愿意。
我想龙二你也该惨一次了。人都是一样的,手伸进别人口袋里掏钱时那个眉开眼笑,轮到自己给钱了一个个都跟哭丧一样。我正高兴着,有人扯了扯我的衣服,低头一看是自己的女人。看到家珍跪着我就火了,心想我儿子还没出来就跪着了,这太不吉利。我就对家珍说:
“起来,起来,你他娘的给我起来。”
家珍还真听话,立刻站了起来。我说:
“你来干什么,还不快给我回去。”
说完我就不管她了,看着龙二将骰子捧在手心里跟拜佛似的摇了几下,他一掷出脸色就难看了,说道:
“摸过女人屁股就是手气不好。”
我一看自己又赢了,就说:
“龙二,你去洗洗手吧。”
龙二嘿嘿一笑,说道:
“你把嘴巴子抹干净了再说话。”
家珍又扯了扯我的衣服,我一看,她又跪到地上。家珍细声细气地说:
“你跟我回去。”
要我跟一个女人回去?家珍这不是存心出我的丑?我的怒气一下子上来了,我看看龙二他们,他们都笑着看我,我对家珍吼道:
“你给我滚回去。”
家珍还是说:“你跟我回去。”
我给了她两巴掌,家珍的脑袋像是拨郎鼓那样摇晃了几下。挨了我的打,她还是跪在那里,说:
“你不回去,我就不站起来。”
现在想起来叫我心疼啊,我年轻时真是个乌龟王八蛋。这么好的女人,我对她又打又踢。我怎么打她,她就是跪着不起来,打到最后连我自己都觉得没趣了,家珍头发披散眼泪汪汪地捂着脸。我就从赢来的钱里抓出一把,给了旁边站着的两个人,让他们把家珍拖出去,我对他们说:
“拖得越远越好。”
家珍被拖出去时,双手紧紧捂着凸起的肚子,那里面有我的儿子呵,家珍没喊没叫,被拖到了大街上,那两个人扔开她后,她就扶着墙壁站起来,那时候天完全黑了,她一个人慢慢往回走。后来我问她,她那时是不是恨死我了,她摇摇头说:
“没有。”
我的女人抹着眼泪走到她爹米行门口,站了很长时间,她看到她爹的脑袋被煤油灯的亮光印在墙上,她知道他是在清点帐目。她站在那里呜呜哭了一会,就走开了。
家珍那天晚上走了十多里夜路回到了我家。她一个孤身女人,又怀着七个多月的有庆,一路上到处都是狗吠,下过一场大雨的路又坑坑洼洼。 |
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